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Una ciudad alegre de origen ancestral

Lisboa, capital de Portugal, es una de las ciudades más antiguas del mundo, lo cual no es de extrañar dada su situación estratégica y su Perfecto clima. Pero, a pesar de sus miles de años de historia, sigue siendo una ciudad de espíritu joven, con alegres callejuelas y un ambientazo tremendo.

La historia de Lisboa es fastuosa y espectacular. Lisboa es una ciudad de intrépidos marineros que, durante siglos, partieron de ella en viajes que los llevaron a descubrir y conquistar el mundo. En el siglo XVI, los exploradores desembarcaban en la torre de Belém, que sigue en pie hoy en día y está a unos minutos a pie del impresionante Monumento a los Descubrimientos. El precioso Monasterio de los Jerónimos alberga el ambicioso Museo Marítimo y tanto el museo como el edificio en sí merecen mucho la pena.

Gracias a su ubicación estratégica y a las nuevas rutas comerciales, Lisboa fue una ciudad sumamente rica, pero esa misma ubicación la convirtió en objetivo de numerosos invasores. El comercio y las influencias culturales de otros países aportaron aún más brillo a esta alegre ciudad y dejaron su huella en un espíritu de creatividad que parece no tener límites.

La escena artística también se refleja en la excelente gastronomía, donde todo vale (siempre que sepa rico). Las atractivas playas de la costa abrazan al océano Atlántico y son todo un festín para los sentidos. Pero no hay nada más lisboeta que su inconfundible cerámica. Los azulejos son famosos en todo el mundo por su colorido y las historias que relatan. Toda la ciudad es como un gran museo al aire libre de esta forma de arte, pero para quienes quieran profundizar más en él, recomendamos el Museo del Azulejo. Si quieres ver el ejemplo más impresionante de decoración con azulejos, visita el impresionante palacio de Fronteira. Te dejará con la boca abierta.

El lugar más bonito que existe

Ningún episodio histórico ha afectado tanto a Lisboa como el gran terremoto de 1755 y los posteriores tsunamis e incendios, que devastaron el 85 % de la ciudad y causaron la muerte de aprox. 50.000 habitantes. De las pocas calles que escaparon al desastre, la mayoría están en, el distrito más antiguo, Alfama, una zona muy alegre y llena de encanto, con callejuelas que le dan un animado aire de pueblo.

Ya que estás en Portugal, no te pierdas Sintra, a las afueras del área metropolitana de Lisboa. Esta pequeña ciudad era una de las favoritas de uno de nuestros favoritos, Hans Christian Andersen, que volvió para visitarla varias veces y dijo que le parecía «el lugar más bonito que existe». La UNESCO está de acuerdo con esa opinión y designó toda la ciudad como Patrimonio de la Humanidad. A poca distancia de Sintra, está el Cabo da Roca, el punto más occidental de la Europa continental. Hasta el siglo XV, se pensaba que era el fin del mundo.

Al final, resultó que no era así, pero... ¡como remate de un continente no está nada mal!